viernes, 28 de agosto de 2015

Red de madres


Por Mariana Weschler
Entre todo lo que suma la maternidad a tu vida, están los lazos con otros padres. Habitualmente, el solo hecho de elegir una escuela, deporte o actividad para tu infante, te da puntos en común con las familias que eligen ese espacio. Cuando tu pibe no encaja en la media, la cosa cambia. El punto en común es la dificultad que presenta tu hijo a la hora de adaptarse al estándar. Así y todo, las redes de padres se arman. Las redes de madres “TGD” se tejen de maneras tan diversas, como la diversidad que las une. Por alguna razón se enlazan con un punto firme. Tienen sus propias leyes que, como todo en el mundo “under”, se rigen por códigos propios. 
Para mí, estos son algunas de las leyes tácitas

·         Hablarás con desconocidos: No es que no hayamos leído el cuento de Caperucita Roja (y tampoco que le abrimos la puerta a cualquiera), pero cuando una mamá desconocida te llama para preguntarte algo por recomendación de un tercero, le respondés con cariño. Por ejemplo.
—Hola, Soy Marucha, me pasó tu teléfono una mamá con la que charlé en el club de la loma de las Peladas y me contó que tu nena iba a una actividad de Tiro al blanco especial que está buenísima. ¿Me pasás el dato?—Obvio, Marucha.

Y ahí nomás le preguntás sobre su hijo y le contás del tuyo como si tal cosa.

·         Compartirás agendas. ¿Viste que cuando alguien te pide el dato del ginecólogo, si es bueno y no te hace esperar preferís no pasarlo? Bueno, en el caso de médicos, terapeutas o profesionales de discapacidad, esta norma no aplica. Cuando una mamá que ya pasó a ser de tus conocidas te pide un dato para su hijo, se lo das. Y si no lo tenés, averiguás.

·         Se te perdonarán abdominales laxos, pero en empatía, estarás bien ejercitado: por ejemplo, cuando una mamá te cuenta que su hijo está en una etapa de insomnio permanente —lo cual se refleja en unas ojeras que no las tapa ni el maquillaje de Piñon Fijo— vos NO le contás que la tuya está atravesando un período adolescente y duerme hasta las 11 de la mañana los fines de semana. Evocás las épocas en que pasaste las noches en vela y la acompañás en su pesar, o le convidás un trago.

·         Siempre que puedas, darás una mirada positiva: Cuando estás hecha goma y sentís que no vas para ninguna parte, si lo compartís con un par,  no te pone cara de pena, ¡te da la certeza de que en algún momento la cosa mejora! Porque es un ciclo, porque ya la vivió, o porque no está excenta. Y si no está de ánimo para darte ánimos, otra vez te invitará un trago.

·         No juzgarás (a menos que te confiesen un delito): Por más que te cuenten que el pibe se cuelga del techo como el hombre araña, que el padre en un arranque de stress se quedó calvo, que están probando hormiga-terapia con un grupo de terapeutas de la Antártida, si lo que te cuentan viene con amor y bien intencionado, ocultarás la cara de asombro. Si tenés confianza y te parece que está derrapando, se lo dirás con gracia, y si no, escucharás con cautela. En el fondo, sabés que vos por poco no criabas una orca en la bañadera para que tu hija estuviera mejor, así que…mutis por el foro.

 No me hice de muchas amigas através de Tati. Al menos no de esas amigas con las que te juntás a menudo. A algunas, hasta solo las tengo de referencias virtuales (intercambiamos datos por redes o mail).
A veces creo que estas minas están todas medio locas.
Deduzco que yo debo de estar igual de loca que ellas.
Pero NO son de las que te hacen la competencia a ver quién tiene la mejor familia Ingalls. (De esas seguro que las hay y se juntarán entre ellas). Son de las sinceras, que a veces la pasan bien y otras para el ojete. De las que saben que no existen los milagros, que es un poner el cuerpo día a día. Que la locura es parte de la vida, que no se contagia, pero se comparte y si se van demasiado de mambo, bien se lo podés decir. Que nada de las cosas extrañas que pasan cuando tu hijo es más extraño que la media, las va a asustar.

No son mis amigas del alma. Pero son una red de personas que bancan, averiguan y empatizan. Que quieren sentir que sus aciertos y errores pueden llegar a ser transferibles. A veces no están muy a la vista, pero en algún lado están, y alivianan ¿NO?